Hårek in the first Freemotion harness

El perro que lo empezó todo

Hola. Soy Hårek.

Hoy, tomo la voz de Non-stop dogwear. Por primera vez, es un perro quien habla.
¿Por qué yo?

Porque fui quien lo empezó todo.

Mi historia es la historia de esta empresa. No porque yo sea especial. Sino porque todo perro merece lo que a mí me dieron: la oportunidad de moverse libremente, de sentirse visto, comprendido e imparable.

Nací en 2006. Elverum, Noruega. Éramos siete en la camada. Bracos alemanes de pelo corto. Nacidos para competir, para cazar, para correr.

Pero antes de todo eso… jugué.

Perseguí olores en la hierba. Golpeé la tierra con mis patas. Corría no para ganar, no para entrenar, sino para sentir, para moverme, para explorar el mundo. Mi cuerpo crecía. Más fuerte, más rápido. Mis patas se alargaban. Mis instintos rugían más alto cada día.

Tonje y Kristoffer, mis humanos, me llevaban a todo tipo de aventuras. Senderismo. Caza. Natación. Exposiciones caninas. Y en todo —montañas, bosques, ciudades—, con cada nueva experiencia, me volvía más curioso. Más seguro.

Pero algo siempre llamaba mi atención. Los humanos lo llamaban “arneses”. Observaba cómo los otros perros se metían en los suyos. Primero quietos, las garras ancladas en la tierra, los músculos tensos, esperando la salida. Y luego llegaba. Una explosión de movimiento, ladridos de alegría superando al viento, con el humano volando detrás en esquís, bici, patinete o simplemente a pie.

Supe que eso era para mí. Esa, era mi misión.

cachorro Hårek en los brazos de Tonje Wahl Evensen


La primera vez que llevé un arnés, sentí electricidad. Me impulsé con todo lo que tenía.
Pero algo no estaba bien. Me sentía… limitado.

No era mi zancada. No era la forma en que me movía cuando era verdaderamente libre. Mi respiración era forzada. Daba todo lo que tenía, pero sentía que algo me retenía.

Miré a los humanos, esperando que vieran toda la decepción que no podía esconder. Esa no era la carrera que llevaba dentro.

Por suerte, yo era un maestro en mostrar cómo me sentía. Mis orejas, mis ojos, mi cola, todo mi cuerpo hablaba. Y Tonje y Kristoffer me leían como un libro abierto.

Sabían que no era yo el que necesitaba arreglos. Era el equipo.


Así que empezaron. A coser. A probar. A ajustar. Una y otra vez.

Hasta que un día, en un campamento de entrenamiento invernal, me colocaron un nuevo arnés. Cabeza dentro. Pata derecha. Pata izquierda. El clic del enganche al bungee.

Me incliné hacia adelante.

Y ahí estaba.

Sin presión. Sin bloqueo. Sin respiración contenida. Libertad. Fuerza subiendo desde el suelo.

Ellos también lo sintieron. Lo oí en sus voces, lo olí en el aire.

Lo habíamos conseguido juntos.

Arañé la nieve. Esperé. Y luego corrí.

Iba en el aire. Volaba. Como si no llevara ningún equipo.

Hårek y Kristoffer Grøtan Olsen en la línea de meta


Desde ese día, ya no se trataba solo de mí. Otros perros empezaron a llevarlo. A correr. A competir. A entrenar. Con un equipo que, por fin, se movía con ellos, no en su contra.

Seguimos compitiendo. Seguimos ganando. Pero, sobre todo, nos movíamos como uno solo. Empoderados juntos. Cada zancada, cada tirón, profundizaba nuestro vínculo.

En los entrenamientos, solía dejar atrás a los demás perros. Pero no podía evitarlo… seguía parándome para mirar atrás. Para ver cómo iban Tonje y Kristoffer. Solo quería que siguiéramos juntos. Eso era importante para mí. Pero el día de la carrera… estaba concentrado. Cazando la línea de meta con ellos.

Y cuando en la radio sonaba la famosa canción “Grace Kelly”, alzaba la cabeza y aullaba junto a mi familia humana, bajo la mirada perpleja de mi familia perruna. Mi alegría era demasiado grande para contenerla.

 

Ya no formo parte de este mundo.

Pero sigo estando en todas partes en Non-stop dogwear.

En los bocetos colgados en la pared de la oficina central. En el cuadro sobre el escritorio de Tonje y Kristoffer. En Hårek, el maniquí de perro creado para mostrar cómo se ve la libertad en movimiento. En cada pieza de equipo diseñada con el propósito de darle a cada perro esta misma experiencia. En la promesa de inspirarte a estar activo junto a tu perro.

Fui su perro especial y seguiré siendo aquel que todo el equipo de Non-stop dogwear conoce.

 

No todos los perros competirán. No todos tirarán de un trineo. Eso no importa.

Cada perro lleva algo dentro que merece ser liberado.

Yo tuve la suerte de ser escuchado. De ser comprendido. De tener humanos que nunca vieron mis límites como míos, sino como problemas que podíamos resolver juntos.

Fui Hårek. Pero podría haber sido cualquier perro.

Y tu perro podría ser yo.

Así que hoy, en el Día Internacional del Perro, les paso mi voz a ellos.

Desata su potencial

Unleash your potential"

Hårek

 

Descubre el lado humano de la historia

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